*POV Joanna*
Fueron pasando los días en Londres. Unos días con sol, otros con lluvia…
Visitamos Londres entera gracias a nuestro guía Harry.
Quedábamos cada día con él, y cada día me resultaba más guapo.
- Te estás enamorando – me decía María-.
- Eso es mentira, solo es mi amigo.
- Claro, claro.
Era nuestro último día en Londres, al día siguiente volveríamos a España.
Quedamos con que Harry iba a venir a buscarnos al hotel en su coche para ir a un parque.
Hacía un día muy bueno. Me puse unos pantalones cortos y una camiseta negra con el dibujo de una guitarra y en los pies, mis vans.
Estábamos en el hall esperando cuando oímos un claxon.
Era él. Se bajó de su coche negro con sus gafas de sol a lo aviador.
Era tan…
- Hola chicas – dijo en español-.
No pude evitar reírme.
- Hola – le saludamos María y yo-.
Nos montamos las dos atrás. Antes de arrancar puso la radio y empezaron a sonar The Beatles.
Estuvimos una hora en el coche, el parque estaba a las afueras.
- Ya hemos llegado – dijo mientras se bajaba del coche-.
Nos abrió la puerta y bajamos.
Se respiraba tranquilidad y se podía oír todo tipo de animales.
- Damos un paseo y luego tengo una sorpresa preparada –dijo Harry-.
Dimos toda la vuelta al parque, era bastante grande.
Nos llevó toda la mañana.
De repente me sonaron las tripas.
Me miraron los dos y se empezaron a reír.
- No os riáis, tengo mucha hambre.
Siguieron riéndose hasta que volvimos al coche.
Ya me iba a subir cuando Harry me lo impidió.
- ¿Si no me subo como quieres que vayamos a comer?
- Porque la comida la he traído de casa.
Le expliqué a María lo que había dicho y de repente gritó:
- ¡PICNIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIC!
Harry empezó a sacar cosas del maletero.
Nos dio a nosotras lo que menos pesaba y andamos un poco hasta llegar al río.
Extendió un mantel blanco sobre el césped.
Hizo que nos sentáramos mientras el sacaba toda la comida.
- Creo que te has pasado –le dije-.
- Yo creo que no. Como mucho.
Abrió un tupper donde se vio que hizo el intento de hacer una tortilla de patata, pero no le salió muy bien. Yo me empecé a reír.
- Prométeme que me vas a enseñar a hacerla.
- Yo te enseñaré.
Nos quedamos mirándonos a los ojos.
De repente María se levantó con la cámara de fotos en la mano.
- Venga, hay que inmortalizar el momento.
Nos dejamos de mirar. Harry me acercó a él y me abrazó por detrás.
Miramos a la cámara y el flash saltó.
Sonreí hacía María.
Empezamos a comer, había traído sándwiches, fruta, de todo, en resumen, demasiada comida.
Pero no quedó ni uno miga de pan.
- Te dije que comía mucho. Bueno, creo que tenéis que descansar para mañana.
- Sí – contesté-.
No quería irme de allí.
Volvimos al hotel.
Estuvimos un rato con Harry en la puerta, un rato tan grande que se hizo de noche.
Nos despedimos y subimos a nuestra habitación.
Hicimos la maleta. Dejé la ropa que me iba a poner el día siguiente fuera y me metí en la cama.
Tardé un buen rato en dormirme.
Al día siguiente nos despertamos muy temprano, teníamos que estar dos horas antes en el aeropuerto, y el avión salía a las 9:15.
Cargamos nuestras maletas en el taxi que venía a recogernos y pusimos rumbo al aeropuerto.
Facturamos las maletas y fuimos a una cafetería a desayunar.
Al despedirnos le dije a Harry que no hacía falta que viniera a despedirse, alguna vez nos había dicho que no le gustaba madrugar, entonces di por hecho que no iba a venir y que ayer fue la última vez que nos vimos. Oímos que las personas de nuestro vuelo teníamos que ir a la puerta de embarque, y así hicimos.
De repente no aguanté más y me resbalaron unas lágrimas por la mejilla.
María me vio y me abrazó.
- Eh, no llores, por favor.
Se separó de mí, no dejaba de mirar detrás de mi.
Me giré y vi al chico que hace tres semanas me golpeó con una puerta.
Corrí hacía él a abrazarle.
- Prométeme que volveremos a vernos, que me enseñarás a hacer tortilla de patata y que hablaremos cada día – me dijo al oído-.
- Te lo prometo.
Me separó un poco de él, nos quedamos mirándonos unos segundos.
De repente sentí sus labios sobre los míos.
Cuando nos separamos solo pude llorar mientras él me decía:
- Recuerda que esto no es un adiós, si no un hasta luego.
Me alejé de él sin dejar de mirarle y nos montamos en el avión rumbo a España.
Bueno, espero que os guste. Yo he muerto de amor escribiéndolo :)
En cuanto ve algún comentario intentaré subir el siguiente.
Me alegra mucho ver vuestros comentarios.
Y gracias por leerme !!